lunes, 18 de julio de 2016

no lo consigo

No consigo escribir ninguna entrada, es que ni me pongo, por lo que no puedo conseguir mi objetivo gordeque, ya que es mi séptimo mes y no os cuento mi progresión, tampoco intento escribir algo ameno y divertido.
Seguro que muchos pensáis que es por crisis de inspiración, pero ya os digo que no, tengo, la misma nula inspiración que antes, la respuesta es porque soy muy perrangano.
¿Y por qué os escribo esto? Para intentar salir de esta somnolencia y mutismo en el que me hayo. Así que os voy a contar una anécdota que me sucedió el jueves, es una anécdota muy pesada, estás a tiempo de dejar de leer..
Alguna vez he dicho que tengo dos hijas, son pequeñas, la mayor tiene cinco años y siempre me ha procesado un cariño similar al que procesa a su madre o así lo he considerado yo. Pero la pequeña, que tiene dos años, me ignora bastante, no me da besos y a veces me rehuye, que sí, que la gente dice que es normal, pero me quedo triste con ese rechazo. Bueno, no os cuento esto para lloraros, si no quizá, como una explicación previa de lo que me sucedió el día de actos.
Una ciudad cualquiera dónde se desarrolla mi historia

Pues bien, la historia empieza cuando iba a una cena con unos amigos, amigotes diría antes, conseguí engañar a mi mujer para que se quedara con las niñas y así poder disfrutar yo de una cena sin tener que decirles a mis hijas continuamente que comieran. La cena era en un sitio que es difícil aparcar y tenía que aparcar a cierta distancia en un barrio humilde, para después coger transporte público (cosas de las grandes ciudades). Así que aparqué a un poco lejos de la parada del medio de transporte que tenía que coger, hacía una temperatura muy agradable para dar un paseo, por lo que no me molesté en buscar sitio más cerca. El paseo transcurría por una calle llena de terrazas de bares y locales comerciales, locales humildes con escaparates humildes. Ninguna persona de la terraza o que paseaba distraía mi atención y eso que en veranito me suelo distraer cuando pasa alguna mujer vestida de forma adecuada a las altas temperaturas. Tampoco los escaparates por los que pasaba distraían mi atención, iba pensando en la nada o en que no escribía en el blog, o en lo que escribía en el blog que era nada... ya me entra la fatiga escribiendo, no creo que acabe bien esta entrada.
Pues bien, de repente veo algo que me llama la atención y me quedo parado delante del escaparate de una tienda mirándolo, pegado como un mosquito en cristal de un coche.
Tras un rato, desconozco el tiempo, pero pudo ser largo, ya que llegué tarde a la cena, desperté de mi ensoñación y me di cuenta que la gente me miraba fijamente y con extrañeza. Me azoré por no saber que podía pensar la gente. En mi ensoñación imaginaba a mi hija pequeña vestida con ese traje blanco, que resplandecía en medio de esa tienda de ropa infantil, luciéndose, como le gusta a ella. [Sí, me paré delante de una tienda de pequeños, donde el escaparate estaba lleno de vestidos de niñas, atraído por un vestido blanco, tipo bizantino. Puede que alguien le diera un matiz al blanco, pero desconozco que tipo de blanco era, puede que sea un dato importante].
Pase de modelos

La gente que me miraba empezó a multiplicarse y a rodearme haciendo un ruido muy extraño con la garganta y señalándome con el dedo. Tuve que abrirme camino a empujones y cuando me miré atrás vi una masa de gente con antorchas y guadañas. Salí corriendo, por suerte la masa se entorpecía entre ellos y me pude alejar rápidamente y despistarlos al meterme entre calles.
Puede que esta imágen se repita mucho en mi mente

No sé que tipo de monstruo pensaban la gente que podía ser, pero me preocupa que haya dejado mis preocupaciones, mundana por mi equipo de fútbol o mis juegos de ordenador y piense que a mi hija le puede sentar bien un vestido, creo que me estoy perdiendo.
No sé si habéis visto noticias de en los periódicos de masas enfurecidas, puede que sea culpa mía.

2 comentarios:

  1. Buenas,

    La verdad es que sí que me pareció leer algo de una masa enfurecida y...

    Está pasando una cosa, y es que vivimos en unos tiempos muy complicados. Supongo que a la gente nos han metido en la cabeza que tenemos que tener miedo de nuestros semejantes, no sea que sean unos monstruos como esos que nos muestran en las noticias (rara vez te presentan en las noticias a una persona buena y afable).

    Al final acabamos pensando lo peor de la persona que tenemos delante. Y eso es muy peligroso para lo que nos hace humanos, aunque muy bueno para que ciertos entes (y no hablo de los marcianos; no nos hacen falta) nos puedan manejar con mayor facilidad.

    Un saludo y sigue escribiendo!

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  2. Era por ti aquella masa enfurecida??? Te estás perdiendo, poco a poco tu esencia se va. Pero sigue asi, todos evolucionamos.

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