Yo nací para ser motero, pero no lo soy, en cambio, soy un aficionado al rol, rolero.
Cuando era joven se estudiaba en el instituto ya con 14
años, se estudiaba 1 BUP. Con esa edad ya había desmontado un motor de moto
varias veces, sabía lo que era un carburador, un cilindro y hasta una bujía,
sabía diferente marcas de tubos de escape de motos y otros componentes. Veía el mundial de motos con asiduidad, desde años
atrás, recuerdo haber visto alguna carrera de Ángel Nieto, Emilio Alzamora,
Sito y empezábamos a ver a Crivillé. Fijaos mi afición al motor que hice y
completé la mítica colección de cromos coches. Había Jugado (incluso comprado con mi paga) a las cartas de
coches y motos. Ya con 14 años, estaba preparado para ser motero. Mi hermano
mayor, que llamaremos Drulo, para guardar su intimidad, tenía una derbi FDS 50,
trucada a 75, moto que me sirvió para aprender esos conocimientos anteriores.
Me estaba enseñando a conducir la moto y un día me dejó la moto para ir al instituto.
La siguiente historia narra cómo pasé de motero a rolero, no
es una historia apta para menores de edad.
Era viernes y mi hermano, que se había comprado un coche, me
había dejado la moto para ir al instituto, como dije anterirormente. Le dije a mi amigo Rainman, que por
lo que veo le meto en muchos problemas, si le llevaba a casa de vuelta -la
gente iba a flipar-. La salida del viernes del instituto solían ser más
multitudinarias, así que nos tomamos nuestro tiempo y preparación para salir,
así empezamos a crear expectación y atrajimos más atención. Incluso vi que un
grupo de repetidoras que incluso eran de segundo, mientras fumaban su
cigarrillo sentadas en un banco, nos miraban con curiosidad, seguro que en
breve alguna de ella sería la que montara en la grupa de la moto y puede que
montáramos algo más. Ya lo veía, en esa edad la imaginación vuela. Seguro que
robaríamos el bolso a alguna vieja para hacernos con otra moto y haríamos una
banda motera, con chicas mayores que nosotros (cuando eres joven quieres
mujeres mayores, cuando eres mayor, quieres chicas jóvenes) sentadas en la
parte de atrás de la moto, agarradas muy fuertemente a nuestro pecho o donde
ellas más le gustara, mientras huíamos después de robar un banco.
Así me imaginaba yo que iba a ser mi vida |
Así que me puse el casco lentamente y ya torpemente, no
sabíamos cómo montar los dos en la moto, ya que mi mochila le molestaba a mi
amiguete para montar, esto empezaba mal y me empezaba a poner nervioso y empezaba a perder la confianza que tenía.
Cuando arranqué la moto, noté cientos de ojos fijos en
nosotros, los chicos con envidia y las chicas con deseo, éramos el centro de
atención. Estábamos en lo más alto, iba todo sobre ruedas, nunca mejor dicho,
pero me pasó algo, que ya me había pasado en mis prácticas, no entraba la
segunda marcha, lo que me hizo ponerme aún más nervioso, más aún por toda la
expectación y por alguna razón metí gas a tope, entró la marcha, no sé si
primera o segunda y solté el embrague, todo esto a la vez y claro está, la moto
hizo un caballito que salió andando sola, dejándonos a los dos moteros por el
suelo y ella rodando con una rueda durante una distancia más que considerable, decidida a hacernos la vida imposible.
Tal que así era la motico |
Todo esto hizo que nos cayéramos del guindo, nos levantamos físicamente, no moralmente,
como pudimos, comprobámos que estábamos
bien, fuimos a por la moto, una distancia más larga de lo apropiado para andar
avergonzados y seguir hundiéndonos moralmente, con toda la gente mirándonos, como ya he dicho antes. Los que nos miraba con envidia, ahora nos miraban
con regocijo y las que nos miraban con deseo pasaron a mirarnos con repulsión, como siempre.
Como pude, arranqué la moto y mi amigo me dijo que prefería ir andando aunque fuera cojeando, que ya nos veríamos por la tarde. Así que me fui a encerrarme en casa.
Como pude, arranqué la moto y mi amigo me dijo que prefería ir andando aunque fuera cojeando, que ya nos veríamos por la tarde. Así que me fui a encerrarme en casa.
Luego por la tarde volví a llamar a mi amigo y me dijo que
estaba bien, pero que no iba a salir durante todo el fin de semana,
cosa que yo también hice. Tras dos semanas sin asistir al instituto, quizá avergonzados,
volvimos a vernos, yo iba a pie sin moto, como siempre. Fue ese día
cuando me dijo mi amigo, oye, mi hermano juega a algo que llaman rol, si
quieres jugamos este fin de semana. Nunca hablamos de este asunto, como si no hubiera ocurrido.
P.D.: Aún no le he dicho a mi hermano que me caí de la moto,
así que no se lo contéis, que me zurra.
Qué fuerte, qué fuerte, qué fuerte... esto pasó y yo no lo recuerdo, probablemente por no tener mis gafas limpias... es una historia apasionante; yo nunca hubiera sabido arrancar una moto o ir siquiera subido. Lo mejor es que gracias a que te hiciste rolero me hice yo también, aunque esa historia merece una entrada propia... o quizás no.
ResponderEliminarMe ha encantado leer esta crónica que explica algunos hilos sueltos de nuestra adolescencia... sigue escribiendo!
¿No hubieras preferido ser motero? mira que podrías estar ahora subido en una motaco tremenda. Piénsalo bien.
EliminarBueno, sí. Pero tampoco habría sido motero. Habría deseado montar en moto igual que ahora desearía haber roleado más. En resumen, una vida de frustración igualmente. Aunque de motero al menos habría sentido el cálido abrazo de Rainman, sus fuertes brazos rodeandome... no sé, no sé, quizá salí ganando conlo del rol, sí...
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