Estoy de vacaciones en la playa, sí he tenido suerte y me he
ido a la playa. Es un sufrimiento, todos los días hay que hacer alguna
actividad con las hijas, incluso con esa, que no recuerdo su nombre, que no me
aprecia mucho, la de la última o penúltima entrada. Por lo que no me queda otra
que despertarme temprano para intentar hacer algo de ejercicio.
Me pongo el despertador en modo vibración, para no despertar
al resto de la familia y poder disponer de un poco de tiempo para ir a correr e
intentar cumplir mi plan gordeque, que está un poco estancado. Tras cinco o
diez minutos de vibración, de l móvil, ya que no pongo música para no despertar
a nadie, me suelo poder despertar, creo que me lo tengo que poner en algún
sitio para notar la vibración y despertarme antes, pero puede que resulte un
poco grosero decirlo, incluso para este blog.
Me levanto intentando hacer el menor ruido posible, me
desplazo a oscuras por la casa como un Ninja, con movimientos precisos, ya que
me preparé las cosas la noche anterior, en dos minutos estoy listo para
realizar mis estiramientos y mis abdominales, para amortiguar el dolor de mi
hernia. Todo sale fenomenal. Una vez he estirado me calzo y vuelvo a atravesar
la zona peligrosa, donde todas duermen placenteramente, cojo las llaves que
están en la entrada, preparadas y me dispongo a cerrar la puerta, pero algo me
parece raro, algo que no encaja en la escena, ese brummmm, brummmm, que oigo
continuamente… ¡ups!, seguía durmiendo y no había apagado el despertador.
Más o menos tengo esta pinta de ninja |
Bien ahora sí que me puedo ir a correr, estoy despierto, me
incorporo y se cae el móvil al suelo rompiendo el silencio celestial que se
suma al correspondiente insulto que lanzo al universo, cuando se hace mucho
ruido y se suelta un taco, casí parece que se hace menos ruido, a pesar del
taco lanzado que amortigua ondas sónica noto una alteración en el sueño de mis
hijas y esposa. Me dirijo a la cocina, a oscuras, a tomar algo antes de salir a
correr, con sigilo de Ninja, hasta que, -¡Ahhh!-
intento silenciar mi grito de dolor, ya que se clava en mi pié, de Ninja, un
juguete puntiagudo de una de mis hijas, aunque contengo el grito, pero no el
insulto al aire, ya que si sueltas un taco los dolores son menores, eso está
escrito en algún lado. Tras un zumito me voy a vestir y al coger la ropa se
caen una docena de piedras que ayer mi hija, tomó a bien, dejar encima de mi
ropa para correr, tras el ruido empiezan las primera quejas y gruñidos. Me
quedo petrificado como si no hubiera pasado nada, mientras espero que pase la
agitación y que no noten que alguien esté despierto y les de alas a alas
pequeñas a despertarse. Observo la ropa, a tientas, ya que está todo a oscuras
y faltan los calcetines, ¡mierda, esto no pinta bien! Tengo que volver a la
zona de peligro, vuelvo a pisar el mismo juguete, ¡tenía que haberlo recogido
la primera vez! Esta vez si lo hago, pero es peor, ya que al abrir el armario
de los juguetes se caen la mitad, con su estruendo correspondiente, la muñeca
que pide pis lo empieza a pedir y el coche de bomberos, ese que nunca usan mis
hijas, decide ir a apagar un fuego inexistente con sirena y luces, como en una
discoteca de esas de los noventa. Esto hace que la pequeña eche a llorar
pidiendo su chupete, se lo acerco lo más rápido posible y tras apagar los
muñecos vuelvo a quedarme parado como una estatua, hasta que pase la tormenta,
oigo en mi cabeza una voz que me dice que salga lo antes posible de allí,
recojo los muñecos con el máximo sigilo. Recopilo toda la ropa, hago mis
estiramientos que me cuestan un horror, nada parecido a mi sueño. ¡Ya! Me
dispongo a salir, ¡Maldición, las llaves no están donde tenían que estar! hago
memoria y [Esto de hacer memoria en mí, me lleva mucho tiempo] … ¡nooo!, tengo las llaves en mis vaqueros,
vuelvo a pasar por la zona de peligro, donde pego una patada a uno de los
juguetes que se habían caído antes y que por falta de luz no lo vi, esta vez salta
la alarma del coche de policía, que tampoco usa nunca mis hijas y desde el
armario por alguna razón la muñeca que pide pis, vuelve a pedir pis, los apago,
quizá haciendo más ruido y profiriendo una sarta de insultos a los constructores
de juguetes. Me dirijo rápidamente a coger la llave, la cojo y oigo a las niñas
llamar a su madre, ¡¡¡mamaaaaá!!! Y a su madre llamarme por mi nombre, nada de
cari ni nada. Eso significa que habrá que intentar ir a correr otro día.
¡Vaya! Lamento que no pudieras salir a correr.
ResponderEliminarPero aventura sí que tuviste... y es que con niñ@s cada día es una aventura.
Paro aquí y dejo un comentario cortito, que Google/Blogger siempre me la juega y después de haber escrito un rato, me manda el comentario al limbo...
Un saludo, amigo...
las segundas partes, en este caso, fueron buenas, al menos para poder hacer vida.
EliminarNinja dices...ya...me cuenta tu mujer que no te decía nada porque luego volvías con churros, que si no te hubiese escondido las zapatillas de correr. Que tú y las llaves tenéis un problema y siempre se te caen de las manos. Ninja...
ResponderEliminarlos ninjas tienes sus bombas de humo para desaparecer, en mi caso son porras y churros. Así creo la confusión suficiente para desaparecer.
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